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Channel: Reeducando a Mamá
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CARTA ABIERTA A LA RED DE FERROCARRILES SUIZA (SBB)

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Estimados señores de las SBB,

Me dirijo a ustedes con el fin de pedirles que, por favor, me informen detalladamente de las condiciones de uso de los vagones de primera clase normales, no esos especiales destinados a un ambiente tranquilo y silencioso que sé perfectamente que también existen, sino los que no tienen ninguna señalización en este sentido. 

Mi pregunta se debe a una muy desagradable experiencia que sufrimos mi familia (mi marido y 3 niños de 7, 5 y 3 años) y yo el pasado viernes en el tren que hacía el recorrido Basel- Zurich, con salida de Basel a las 20:07 horas. Experiencia que paso a relatarle a continuación.

Dado que en los vagones de segunda no encontramos cinco sitios libres juntos, decidimos sentarnos en primera, ya que mi marido disfruta de un abono anual para toda Suiza en esta categoría. Evidentemente, yo me proponía pagar la diferencia por el ascenso de clase en cuanto apareciera el revisor, como así hice. Mi hijo de 7 años tenía su billete infantil correspondiente. Los otros dos viajaban gratis siguiendo la normativa. 

Desgraciadamente, tuvimos la mala suerte de sentarnos al lado de un individuo que opinaba que los vagones de primera clase eran por defecto vagones silenciosos, como esos que tienen una señal especificando esta característica. Los razonamientos de mi marido no sirvieron para nada y dicho individuo estuvo amargándonos todo el viaje con sus despectivos e insultantes comentarios.

He de puntualizar que mis hijos en todo momento se comportaron acordemente con su condición de niños, sin hacer por ello nada censurable fuera de las normas normales de educación.  Ni gritaron, ni corrieron, ni saltaron, pero evidentemente hablaron, se movieron, bebieron agua, comieron las golosinas y los cacahuetes que Samichlaus acababa de regalarles (tampoco había ninguna señalización prohibiendo comer o beber), e interaccionaron continuamente entre ellos y con nosotros, sus padres. 

Cuando llegó el revisor, revisora en este caso, le pedí que me informara si en este vagón de primera los niños estaban permitidos, a lo que la revisora me confirmó lo que yo ya sabía: que por supuesto lo estaban. Entonces le pedí que por favor se lo explicara al individuo en cuestión. Él y la revisora intercambiaron varias palabras, tras lo cual ella le ofreció cambiarse a otro sitio más tranquilo. Él se negó, decidido a seguir amargándonos el viaje, como así hizo.

Pero lo peor de todo no fue el comportamiento de esta persona. Al fin y al cabo, desgraciadamente, adultos como él existen en todas partes y hay que vivir con ello. Lo peor, lo más humillante para mí y para mi familia, fue cuando la revisora apareció con una invitación para una bebida gratis para él. Le aseguro que su mirada de triunfo y su satisfacción al comprobar que las SBB le daban la razón se me clavaron como una espada. 

Ni que decir tiene que para nosotros ha quedado muy claro que las SBB, a través de su empleada, estaban premiando así la intolerancia y la mala educación de este individuo, a la vez que sutilmente nos informaban de que nuestros hijos no eran bien recibidos en ese vagón, a pesar de la normativa. 


Por lo tanto les ruego de todo corazón que me aclaren exactamente las condiciones en las que puedo viajar con mis hijos en sus trenes, porque no estoy dispuesta a pasar por una humillación semejante una segunda vez. Mis hijos no tienen porqué pedir perdón por ser niños. Si no somos bien recibidos en la primera clase de la SBB, viajaremos en nuestro coche o no viajaremos (ya que no me voy a meter con tres niños pequeños durante hora y media en un vagón de segunda arrebatado de gente, en el que ni siquiera puedo sentarme junto a mis tres hijos). Pero por favor, no nos digan una cosa y luego nos demuestren otra. 

Y remarco: mis hijos en ningún momento tuvieron un comportamiento incivilizado o mal educado, de hecho fue todo lo contrario y fue un auténtico milagro que, dada la atmósfera cargada de tensión que aquel personaje estaba creando, los niños no reaccionaran con más nerviosismo, ruido y movimiento. 

Si las SBB prefieren premiar el comportamiento mal educado, niño-fóbico e intolerante de un adulto, a la vez que humillan y castigan por ser lo que son a unos niños, yo entonces no tengo nada más que decir. Con no viajar en sus trenes, ya me vale. Pero desde luego esperaba un comportamiento diametralmente diferente de la red de ferrocarriles del país en el que creció y se educó la gran Alice Miller. Es una verdadera lástima porque, como bien dice una brillante periodista de la que tengo el honor de ser amiga: 

"Una sociedad "niño-fóbica", construida de espaldas a la infancia, donde los niños no tienen cabida en los hoteles, ni en los restaurantes, ni en los aviones, ni en los centros de trabajo, ni en nuestra habitación, ni en nuestras vidas... es una sociedad fascista y suicida." (Ileana Medina Hernandez)

Les saluda atentamente

María Berrozpe Martinez


Esta carta será debidamente traducida y mandada a la red de ferrocarriles suiza. Pues buena soy yo cuando me enfadan de verdad, y esta vez lo consiguieron.



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